No somos los mismos. Nunca lo fuimos y ahora tampoco. Nadie
es el mismo. Nos cambian los acontecimientos, en ese lugar extraño en el que
creemos que elegimos nuestros destinos, pero al mismo tiempo el destino o el
azar nos elige. Nos eligen los hechos, en esa zona también difusa donde creemos
poder construir sentido, pero al mismo tiempo los sentidos se nos imponen. Tal
vez la libertad no sea más que la paradoja de liberarse de una atadura y
encontrarse atado en otra. Nos atan los condicionamientos, en esa fisura
abierta entre todo lo que nos va constituyendo. Abierta, porque nunca es
definitiva y así vamos siendo lo que somos: la identidad nunca es última, sino
que es un texto que vamos escribiendo, pero que al mismo tiempo otros nos
escriben. Nos escriben los otros, a veces con su diferencia y a veces con su
sangre. O nuestra sangre. O nuestros otros. Nos escriben las bombas. Nos
escriben los muertos. Todos, de alguna manera somos nuestros muertos, esos
escribas anónimos, pero sobre todo somos el modo en que su memoria escribe
nuestro presente. Nos escribe. Escribas anónimos que nos alertan frente al
monopolio de la historia y nos exigen una redención infinita. Los muertos
vuelven a morir cada vez que una sociedad olvida, o peor, vuelven a morir
cuando el olvido se vuelve indiferencia, ese abismo sin sentido que hace de la
justicia una burocracia banal y de la representación un formalismo. Los muertos
vuelven a morir cuando se esconden las complicidades, o peor, vuelven a morir
cuando se hace de la memoria una contienda entre facciones. Nunca alcanza con pedir
justicia por el pasado, sino se lucha por la justicia del presente. La memoria
no solo tiene que ver con la verdad, sino con la ética. Y por eso el modo en
que recordamos, en que homenajeamos, en que enseñamos, transmitimos, educamos,
y sobre todo el modo en que decidimos conmemorar cada nuevo 18 de julio, es
también una manera de construir memoria. Todo nos escribe. Quién habla y quién
no habla. Quiénes organizan los actos y a quienes se deja afuera. Quiénes nos representan
y quiénes no. Qué se dice, qué no se dice, quién pelea, quién no pelea, qué se
recuerda, qué no se recuerda, qué se valora, qué no se valora. Todo nos
escribe, nos guste o no nos guste…
Todo nos escribe, pero ¿a quiénes? ¿Quiénes nos estamos
preguntando? No somos los mismos. Ser judío en la Argentina no es lo mismo
desde los atentados. ¿Y ser argentino en la Argentina ? ¿A quiénes
escribe cada 18 de julio? ¿A quiénes escribe la memoria de nuestros muertos?:
¿a los judíos?, ¿a los judíos argentinos?, ¿a los argentinos? ¿De quiénes hablan
los pilotes que aíslan a cada institución judía del resto de la sociedad?: ¿de
los judíos?, ¿de los judíos argentinos?, ¿de los argentinos? ¿Todavía hay
alguien que pueda separar tan taxativamente lo judío de lo argentino? ¿Y para
qué? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden? ¿Contra quiénes fue el atentado? ¿Contra
quiénes queremos que haya sido el atentado? ¿Quiénes deberíamos recordar?
publicado en Clarín, el 18 de Julio del 2012
Excelente! felicitaciones por tu análisis, y un comentario último cuestionamiento ,despues de escuchar las declaraciones de hoy de los damnificados en el atentado, acerca de estar vedados a hablar en el acto, será que nos escribe de ¿judíos contra judíos?
ResponderEliminarMagnífico relato. Hay ganadores? Lo humano avasallado, desmembrado, muerto, versus lo humano atravesado, integrado, vivo? Creo que en este dolor ni lobos, ni corderos ganan, es como una perinola en la que todos perdemos, aunque algunos imaginen que ganaron.
ResponderEliminarDesde que recuerdo he asistido a discusiones sobre los atentados como si estos hubiesen ocurrido en otro país, en otro planeta, en otra dimensión, como si no nos hubiese ocurrido.
ResponderEliminarCada año se esmeran en hacerse notar aquellos a los que el atentado no les ha ocurrido. Nada me asusta más que ver como ese relato se reformula como una espiral sin fin.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDario, estuve viendo el capitulo de Modernidad de Mentira la Verdad y me surgio una duda con respecto a la Pos-Modernidad y la Modernidad.
ResponderEliminarEn la Pos-Modernidad hablas, en primer lugar, del fin de las grandes causas, y la lucha por las pequeñas causas, como por ejemplo las minorias, y usas de ejemplo a la comunidad Gay y su lucha por la igualdad.
Ahi te preguntas porque se habla de Pos-Modernismo y no de una "condicion nueva de la existencia", lo cual traeria el termino nuevo/novedad al asunto, y se volveria a hablar de la modernidad. Coincido con tu vision, que por lo menos asi entiendo por tu programa, de que no existen tanto como "verdades" sino mas bien puntos de vista, perspectivas, etc.
Ahora, cuando "la modernidad es la busqueda de la novedad" y la pos modernidad su agotamiento, y por ende no propone sentidos nuevos, por que otra vez, cae en la modernidad, es decir que la pos-modernidad esta estancada, o mas bien, no puede avanzar sino volver a retomar todo lo antiguo, no reivindicandolo, como seria volver a las "viejas costumbres". Ahora, en nuestro presente actual, tal vez el desencanto por los "grandes relatos", las utopias y demas se ve marcado por esto que decis, dogmas y etc. dejando lugar tambien a una re-modernidad? Una modernidad que no busca los grandes cambios, por que en realidad a habido en la historia una gran negacion hacia gran parte de lo nuevo? La cultura Gay, por ejemplo, que hoy en dia cada vez tiene mas lugar en el plano de los derechos, ha tenido siempre un lugar en la historia de la sociedad, desde hace miles de años, mas alla de que haya sido un lugar oculto o marginal. Es decir que no representa realmente algo nuevo, si no algo negado. No se podria pensar que la novedad en si no existe, si no que hay un punto de quiebre en que se naturaliza en la sociedad y se vuelve nuevo por ser transparente a ella, hasta quedar inmerso y volverse parte del pasado? Las nuevas tecnologias y avances tecnologicos, no son acaso nuevos? No representarian la modernidad? Es decir, un desplazamiento de lo "moderno" o los grandes relatos de lo social hacia lo tecnologico y las ciencias? Como podría haber sido la entrada a la modernidad un desplazamiento de lo nuevo desde Dios hacia El hombre? Lo digo porque vos hacias la aclaracion de que la sociedad le quedo "grande al hombre" (o algo asi) y talvez como la movilizacion necesaria dentro del nuevo mundo super urbanisado, donde todos buscan tener voz, donde todos tienen, efectivamente derechos, se vuelve casi imposible, los grandes relatos se escapan ahora de la posibilidad del hombre como motor, y se depositan en la creacion del hombre como motor de lo nuevo. Es decir, el artefacto, lo material, es el nuevo "superhombre", ya que es perfecto, a diferencia de nuestro ser.
Te dejo mi mail por si queres contestarme:
magdalena_fazzolari@hotmail.com
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ResponderEliminarLuis Grynwald responde a Sergio Szpolski, a Héctor Timerman y finalmente a Cristina.
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¡Ya nos entregaron con Irán! Tenés otras tres listas para votar