jueves, 28 de marzo de 2013

¿Todo es envase o todo es contenido?


¿Por qué nos importa tanto la belleza? ¿Nos importa más o menos que el bien? ¿Nos importa más la ética o la estética? ¿Preferimos ser bellos o buenos? Hay un famoso ejercicio mental que dice que nos dolería mucho más ser tratados por el otro como feos que como malas personas. ¿Será así? Y si es así, ¿qué nos dice esta supuesta elección de nuestros valores de época? ¿De qué belleza hablamos?
La conclusión rápida consiste en asociar lo bello con lo superficial y así hablar de tiempos descomprometidos, tanto en las prácticas sociales como en la introspección individual. Esta asociación divide aguas rápidamente colocando a la belleza del lado de las formas y reservando el espacio de la profundidad para la ética. Es que según cierta tradición, el bien y la belleza, junto a la verdad constituían un trípode inseparable. Pero con la Modernidad estas esferas se fueron autonomizando y la belleza fue confinada a un segundo plano, más cerca del placer, del gusto, y por ello de las superficies.
Tal vez la pregunta de época sea repensar qué es la superficialidad. Proclamar el bien como un mantra vacío repitiendo dogmas y panfletos del poder, no tiene mucho de profundo: en especial cuando asistimos a las peores atrocidades de la historia en nombre de la ética. Hay una idea de Nietzsche que sostiene que la profundidad es otra figura de lo superficial, ya que en definitiva no somos más que bordes, textualidades, cuerpos.
Vivimos tiempos de estetización de la existencia. Esto significa no solo que lo bello se vuelve un valor determinante, sino que muchas dimensiones humanas se encuentran regidas por criterios estéticos: el envase no se distingue del contenido. Pero entonces, ¿todo es envase o todo es contenido?
Justamente no se trata del predominio de la belleza consumista, sino de todo lo contrario: nada parece más profundo como recorrer estas superficies que somos de las más múltiples maneras. La belleza que rige nuestro deseo de reinventarnos todo el tiempo a nosotros mismos.

Publicado en Clarín el 20 de Enero del 2013 

4 comentarios:

  1. Lo Superficial y lo profundo en los cambios, cómo sabes dónde estas?
    Si cambias la superficie, impacta en lo profundo?

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    1. No hay profundidad, o en todo caso, la supuesta profundidad no es otra cosa que otra cara de la superficie. Lo curioso de este escrito de Dario es que ya postulando la superficie, superficie como estética, se desvela que ¿o todo es envase o todo es contenido?, independientemente que se sea o envase o contenido, sigue permaneciendo la superficie.

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  2. no puede haber una estetica de lo "feo"?

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  3. Claro... o como podemos definir lo estéticamente bello para cada uno..
    Es como en la superficie de nuestras relaciones. Por ejemplo a mi me gusta un hombre con rizos y a otra persona un hombre sin pelo. Ambas personas estamos seguras de nuestro gusto desde lo estéticamente bello. Pero son gustos distintos.
    Entonces
    Entendiendo que cada ser humano elegirá desde lo que a él le parezca estéticamente bello... por ejemplo algunos creerán en el dios catolico, otros en Buda, otros en nada, etc...

    Que lleva a cada ser humano a elegir la forma de organizacion de la estructura que da vida a la vida?
    Y
    Que será entonces la verdad ?

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