“Me desperté de pronto en medio de mi sueño, pero solo para
tomar conciencia de que estaba soñando, y que necesitaba seguir soñando para no
morir…”
(Nietzsche)
El final. Hay un único final, el resto es literatura. Hay un
único final que no es éste, ni aquel, ni ninguno de los finales. Hay un único
final que no es narrable; el resto son narraciones, relatos, cuentos, cuentas.
Contar, ese provocativo verbo que disuelve la frontera entre lo cualitativo y
lo cuantitativo, y nos exige insistir en la distinción entre lo conveniente y
lo inconveniente, entre lo que rinde y lo que rindiéndose sin embargo triunfa. No
se puede ganar siempre: esa es la clave del juego de los triunfos y las
derrotas. O peor; esa es la clave para comprender que si hay un sentido,
debería exceder el juego de los triunfos y las derrotas. Pero uno cuenta sus
cuentos dando cuenta de lo contable, perdiendo así la dimensión silenciosa de
los relatos. Esa dimensión que no cuenta, pero hace la diferencia: se extraña
lo que se sabe que no cuenta. Toda nostalgia por los relatos se vuelve un nuevo
relato. Toda nostalgia por lo contable reproduce la misma matriz de la que se
pretende una diferencia. Y sin embargo, hay una nostalgia que no va para atrás.
Ni para adelante. En realidad no va, sino desarma. Algo se desarmó. Algo que
excede. Va más allá porque está más acá del más acá. Excede personas,
instituciones, promesas. Algo se desarmó evidenciando que cualquier algo puede
desarmarse. Tal vez esa nostalgia sin tiempo tenga que ver con esta conciencia
del desarme. Es que sin armas, el poder se estrella en sus propias
definiciones. Y al revés, poder contra poder, gana el poder. Pero al final no
se trata de lo que se puede, de lo posible, sino de lo imposible. Por eso no es
el final. Nunca es fin de año porque el único final posible es el final
imposible. El verdadero final, que es único. El verdadero fin de año es el fin
de los años, el fin de los cuentos, el fin de las cuentas. Mientras, hay un
planeta que gira alrededor de una estrella y que no sabe de calendarios, ni de
comienzos ni de finales. Nunca hay un final para lo que gira porque tampoco
hubo un inicio. El planeta no sabe de cuentos, ni de cuentas. Solo gira,
volviendo eternamente a realizar el mismo giro. Una piedra suelta en un universo
de piedras sueltas, donde vaya a saber por qué se produjo algo que en su
devenir evolutivo creó sentido. Un por qué tan imposible como imposible es que
el sentido explique el final, o el inicio (que es lo mismo). Una piedra que en
algún momento, creemos, explotará o implotará, y llegará el verdadero final,
ese imposible. Y entre tanto, todo este resto de finales no son más que restos,
o sea literatura. O sea, relatos que intentan explicar sentidos y que provocan
cambios. O no. Pero por lo menos, provocan. El ser humano, ese animal que se
narra a sí mismo. Y que provoca que el año tenga un sentido que exceda a la
piedra girando alrededor de la estrella. Un sentido donde al final de cuentas,
se pueda hacer un balance y contablemente definir: ¿hubo sentido o no hubo
sentido? Pero que nunca pueda hacer estallar la pregunta y comprender que toda
narración tiene sentido si se la reescribe todo el tiempo, si se mueve, e
incluso si se niega a sí misma. Ahí reside el poder imposible: en provocarse a
sí mismo e ir tan a fondo donde no hay fondo para desfondar todo sentido. Si el
resto es literatura, se trata de hacer literatura de los restos. Un resto es lo
que queda, aquello que a pesar de todo infructuoso intento aun permanece, en un
vacío con más contenido que cualquier plenitud, en un silencio que desborda
toda voz, en una fuerza que es más fuerte porque debilita toda fuerza. Los
fuertes absolutizan los finales, y por ello absolutizan los inicios. Y creen
que están cambiando el mundo. Incluso cuando sostienen con tanta fortaleza que
el mundo ya no puede ser cambiado. Los fuertes celebran fin de año como si
fuera el final, o el inicio (que es lo mismo). El resto es literatura. El resto
no cambia el mundo: crea mundos. Muchos mundos, como tiene que ser el mundo:
muchos y ninguno. Cuenta sabiendo que cada cuento cuenta en la medida en que no
cuenta. Descuenta. Interrumpe la cuenta. Juega, sabiendo que todo es juego.
Sueña, sabiendo que todo es sueño y que no se puede sino seguir soñando. Celebra
fin de año sabiendo que no es el final. El resto no trata de personas, ni de
instituciones, ni de promesas. Es un resto. Es la piedra que gira un año más,
descontando los años que restan para ese final imposible. Solo gira, volviendo
eternamente a realizar el mismo giro. Una piedra suelta en un universo de
piedras sueltas…
Texto publicado en Tiempo Argentino en 2015
Capo mal!!! Quisiera algun dìa sentarme a tomar un cafe con un tipo con tu cabeza. Solo para ver si la mia es tan pequeña como creo...
ResponderEliminarLo que los humanos tomamos como "Final" es sencillamente el final de los humanos y de su vision del mundo, o del cosmos, o al menos de su percepción. De ahi a que el mundo, o el cosmos deje de existir porque deja de existir la percepcion humana sobre este es otra historia.
ResponderEliminarSaludos
Te amo dario
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ResponderEliminarSuperás las expectativas de cualquier ser humano, Darío.
ResponderEliminarEl final como un eterno comenzar...Excelente, Darío!
ResponderEliminarNos contamos... Si no nos perdemos. Relatos palpitantes
ResponderEliminar"Una piedra suelta en un universo de piedras sueltas". No somos más que relatos.
ResponderEliminarDario, No te conocia, te vi en la entrevista de Luis Novaresio . Desde ahi te sigo........ Realmente sos un capo, hace falta gente con tu cabeza!
ResponderEliminarentre todas las piedras sueltas del universo elegí esta,acá también estas vos Dario, no elegí mal
ResponderEliminar" Y creen que están cambiando el mundo. Incluso cuando sostienen con tanta fortaleza que el mundo ya no puede ser cambiado. Los fuertes celebran fin de año como si fuera el final, o el inicio (que es lo mismo). El resto es literatura."
ResponderEliminarVolar mientras te leo Dario...
Que decir...una clase de semiótica y narratologia a propósito de esta desgastante ilusión de finales y recomienzos.
ResponderEliminarGracias Darío, acabo de leer tu texto y ya se espirala hacia dentro y fuera como un último tirabuzón cósmico!
ResponderEliminarGracias por tu luz para seguir iluminando los rincones de la casa verdad cotidiana.
ResponderEliminarAlta paja mental. Mental de men, hombres. Tal, de "aquel". Es decir, Paja de aquellos hombres. Paja grupal. Paja en grupo. Fin de año, ¿O fin de ano?. Fin de ano de una paja grupal que solo la eyaculación puede detener.
ResponderEliminarGracias Darío... y coincido el resto es literatura...
ResponderEliminarGracias Darío... y coincido el resto es literatura...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSimplemente, o no tan simplemente, ¡¡¡genial!!
ResponderEliminarAhí donde el nombre falta tejemos historias, en los huecos de sentido brilla la perla de lo nuevo y la posibilidad de crear nuevos mundos. Por un 2018 flojo de certezas y cargado de preguntas
ResponderEliminarTe amo Dario. Me aprendo de memoria 10 reflexiones tuyas, textos, pensamientos etc y le salgo al cruce a mi novio, (siempre lo hago, te sigo y te escucho hace años asi que te robo o "los hago propios" lo deje de una pieza, queda tildado, de todos modos sabe que no son mios. Piensa asi, escribe así, habla asi, la mitad de lo que dice no le entiendo una J es interesante. También del palo tuyo filósofo, antropólogo, politólogo, arquitecto Y docente de la UBA.De laburar:cero.
ResponderEliminarTan enamorada que no puedo más..
ResponderEliminarNo puedo elegir un pasaje. Elijo renacer en cada frase, convención, o no. Gracias por no dar más
ResponderEliminarAlternativa que pensar y así elegir
Hola Darío
ResponderEliminarEstoy realizando una propuesta de arte y elaborando el concepto de la muestra. Me puedo comunicar con vos de alguna manera?
Majestuoso!
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ResponderEliminarGracias. Comencé a leer filosofía después de escucharte varias veces en TV y tus clases en YouTube. Lo único que tengo para decirte es la palabra con la que comencé este comentario....
ResponderEliminarEl futuro no existe o en todo caso es una estafa. De la misma manera que el pasado está ahí y no podemos vivirlo, con el futuro pasa igual, no nos pertenece. Me dirás:
ResponderEliminar-yo ahorro hoy y en el futuro me voy de vacaciones
Digo NO
Vos sos el que ahorra hoy. El que mañana se va de vacaciones es otro vos. De la misma manera que no eres el niño de ayer –aunque conserves rastros- mañana no serás éste
Por eso cuando un político o un sacerdote te dice:
-mañana vas a estar mejor
Te miente. O en el mejor de los casos le habla a otro
Si quiere hacerte un bien, que te mejore el HOY
Así que lo sensato es vivir el presente, con sus pro y sus contras es tu único momento de protagonismo. Por este momento tenes que luchar, ni añorando el pasado que no te pertenece ni consolarte pensando un mañana que te es ajeno.Y en ese transitar tu presente sos dueño de legar evolución o estancamiento, justicia o inequidad
Hoy me puse a pensar
ResponderEliminarsi vivir es lo mismo
que el confuso espejismo
que es sentirse existir
y los fantasmas incoloros de la duda
fatalmente me llevaron
a su abismo...