Siempre es bueno volver a la caverna. Volver al relato de la
caverna que no es volver a la caverna, aunque el relato de la caverna culmine
con un retorno. Alguien se escapa de un encierro, pero una vez iniciado el
camino de su libertad, decide volver. ¿Por qué volver? ¿Por qué volver a la
caverna y al relato de la caverna? ¿O será que todo escape es siempre un
retorno? ¿Y para quién es bueno volver?
Recordemos el relato. Cuenta Platón en La República que en el interior de una montaña se despliega una
caverna muy profunda, donde un grupo de prisioneros se hallan encarcelados. Su
encierro es muy particular: se encuentran obligados a estar sentados,
encadenados a sus sillas, observando día y noche el fondo de la caverna. Detrás
de ellos, arde un gran fuego, pero entre ambos hay guardias que pasean objetos
por encima de sus cabezas, de tal modo que el fuego ilumina los objetos y
proyecta sus sombras en el fondo. Las sombras reflejan objetos que parecen moverse
autónomamente, y que constituyen lo único que los prisioneros pueden ver, ya
que al estar encadenados de pies a cabeza no pueden darse vuelta para observar
el dispositivo creado. O peor; las cadenas no les permiten ni pararse, ni mover
sus cuerpos más que la distancia que el amarre posibilita. Y aún más; con el
paso del tiempo que es mucho, casi como
toda la vida, las cadenas se van internalizando, se van incorporando
(etimológicamente “se hacen cuerpo”), se van habituando, y por ello mismo, se
van invisibilizando. Llega un momento en que los prisioneros pierden dimensión
de su estado: comienzan a sentirse más tranquilos, seguros, estables. Miran
para arriba y ven el cielo. Ven para adelante y las sombras se convierten en el
mundo real. Los prisioneros ya no se sienten encerrados sino libres. Se sienten
viviendo una vida cotidiana común y corriente. Una vida normal.
Primera pregunta: ¿cuáles son nuestras cadenas? Segunda
pregunta: ¿puede algún prisionero por sí mismo darse cuenta de su situación?
Probablemente no. La caverna ejerce su poder cuando el prisionero levanta la
cabeza y ve el cielo, cuando mueve mínimamente el cuello y cree que está
mirando para atrás, cuando se mueve un poco sobre su silla y cree que está
caminando, cuando atado a sus cadenas, cree que es libre. Una vida normalizada.
Pero un día, un prisionero se despierta y ve a sus pies sus
cadenas en el piso. No entiende nada. Siente su cuerpo más aliviado, pero
también más angustiado. Da vuelta la cabeza y el giro excede lo acostumbrado. Se
mueve y su cuerpo se levanta. Ve la silla, ve el fuego detrás, ve las sombras
ya como sombras, vuelve a ver en el cielo el interior de la caverna. Se
horroriza. Su primera reacción es querer volver a encadenarse y retornar a la
comodidad, a lo seguro, pero no puede. Ya supo y no hay vuelta atrás. Decide
entonces ir a ver qué hay afuera, en el verdadero mundo exterior. Y así
asciende hasta que sale de la caverna y en una sensación sublime, observa a lo
lejos el mundo desplegarse infinitamente. Su impulso lo lleva a querer irse,
pero algo lo llama desde el interior de la caverna: sus compañeros. Se siente
responsable. Siente que debe volver y liberarlos. Siente que no puede
abandonarlos, que debe volver.
Claro que el encuentro no es fácil. Su alerta no encuentra
eco. Nadie le cree. Lo toman por loco, molesto, desquiciado. Creen que le han
lavado el cerebro, le cuestionan sus amistades, sus hábitos distintos, sus
nuevos compañeros. Nadie que no ve sus cadenas puede escuchar a alguien que
viene a decirnos que estamos encadenados. Nadie. Ni siquiera él mismo. O peor;
tal vez el liberado entiende en ese acto que él también sigue encadenado, pero
de otro modo. Que el exterior de la caverna tal vez no sea más que el interior
de una caverna más grande…
Esto ya no es Platón, pero no importa. Si así fuera, el
liberado que comprende que nunca será definitivamente libre, necesita cambiar
el esquema. O en principio, moverse. Ir saliendo de una caverna para seguir
saliendo de la caverna siguiente. Salir para seguir saliendo. Y sin embargo de
una sola cosa está seguro: mientras sale tiene que volver. A buscar a los suyos
y plantear la diferencia. Dice Platón que es la gran tragedia de la filosofía:
buscar un saber que se sabe que nunca vamos a encontrar. Pero no importa,
porque lo que vale es la búsqueda. No se lucha para ganar: se lucha para
luchar. Ya que si todo es caverna, la única libertad posible está en el
movimiento. Junto a otros.
Siempre es bueno volver a la caverna. A la caverna y al
relato. Volver para seguir saliendo.
Texto publicado en el diario Tiempo Argentino en 2015
Hola Darío,
ResponderEliminarEsta inserción más que un comentario es una consulta. La situación es la siguiente. Hace un rato, durante el almuerzo, mi hija así nomás de bote-pronto me preguntó si todo lo que vemos (tal vez dijo "veo") es real. Me tomó un poco desprevenido y prácticamente sólo atiné a reirme un poco. Al notar mi perplejidad ella hizo otra pregunta-ejercicio un poco más concreta que fue algo relacionado con que si ambos vemos los mismos colores.
Para discutir la segunda pregunta sólo atiné a armar una historia sobre dos individuos, uno que vive en la cima de una montaña toda su vida, y otro que vive en el fondo de un lago de agua verde contiguo también toda su vida. Cada uno habla su propia lengua. Ambos observan nubes a lo lejos. El de la montaña las ve grises, pero el del lago las ve filtradas (por el agua) hacia el verde. Una noche se conocen en la ribera del lago y tratan de charlar. Finalmente se entienden y hablan de cómo llama cada uno al color de las nubes, aunque ambos tienen en mente colores diferentes. A continuación me preguntó si es posible saber si los personajes ven el mismo color. Le dije que sí, pero no le dije cómo.
No estoy seguro de que esta historia le dejó alguna idea de lo que quise decir. Lo que ahora necesito es una historia para abordar la primera pregunta. ¿Alguna sugerencia? La nena tiene 7 años.
Saludos,
Nacho
7 años, edad suficiente para que le des a leer a Husserl sobre la intersubjetividad
EliminarCual es la luz y cual es la sobra?
ResponderEliminarpor que "la caverna" es un ensayo
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